La imagen virtual en estado puro se define [...] en función del actual presente "del" que ella es el pasado, absoluta y simultáneamente: siendo particular, es empero "pasado general", en el sentido de que aún no ha recibido una fecha. Pura virtualidad, no tiene que actualizarse, pues es estrictamente correlativa de la imagen actual con la cual ella forma el más pequeño circuito...
La imagen virtual (recuerdo puro) no es un estado psicológico o una conciencia: existe fuera de la conciencia, en el tiempo...
Si preguntamos "dónde" va a buscar la conciencia estas imágenes-recuerdo, estas imágenes-sueño o ensoñación que ella evoca según sus estados, nos vemos devueltos a las puras imágenes virtuales de las que aquellas no son sino modos o grados de actualización. Así como percibimos las cosas ahí donde están y debemos instalarnos en las cosas para percibir, así vamos a buscar el recuerdo ahí donde él está, debemos instalarnos de un salto en el pasado en general, en esas imágenes puramente virtuales que no cesaron de conservarse a lo largo del tiempo...
Lo que constituye a la imagen-cristal es la operación más fundamental del tiempo: como el pasado no se constituye después del presente que él ha sido sino al mismo tiempo, es preciso que el tiempo se desdoble a cada instante en presente y pasado, diferentes uno y otro por naturaleza o, lo que es equivalente, es preciso que desdoble al presente en dos direcciones heterogéneas, una que se lanza hacia el futuro y otra que cae en el pasado...
La imagen-cristal es el punto de indiscernibilidad de las imágenes distintas, la actual y la virtual, mientras que lo que se ve en el cristal es el tiempo en persona...
Las grandes tesis de Bergson sobre el tiempo se presentan del siguiente modo: el pasado coexiste con el presente que él ha sido; el pasado se conserva en sí como pasado en general (no cronológico); el tiempo se desdobla a cada instante en [...] presente que pasa y pasado que se conserva...
La sola subjetividad es el tiempo, el tiempo no cronológico captado en su fundación, e interiores al tiempo somos nosotros...
La subjetividad nunca es la nuestra; el tiempo, o sea el alma o el espíritu, es lo virtual. Lo actual es siempre objetivo, pero lo virtual es lo subjetivo: primero gestaba el afecto, lo que experimentamos en el tiempo; después el tiempo mismo, pura virtualidad que se desdobla en afectante y afectado, "la afección de sí mismo por sí mismo" como definición del tiempo.
Gilles Deleuze, La imágen-tiempo, pp. 110-116.
¡A ver si María y Gabriela dan HAMI de una vez por todas!
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